
Vistas de Drama al norte de Grecia cerca de la frontera con Bulgaria.
Primero fueron las islas (la puesta de sol en Santorini o las playas de Mykonos merecen una visita o varias…), después una ruta por la Grecia arqueológica continental de norte a sur y en coche; ahora he vuelto para relajarme en la región griega de Macedonia (no entro en la disputa ‘nominal’ que hay con F.Y.R.O.M., pero legalmente Macedonia es una región del norte de Grecia, así que como tal me refiero a esta zona). ‘Grecias’ hay muchas y todas interesantes, algunas sorprendentes y otras desconocidas, así que os cuento sólo algunas curiosidades que he guardado en mi ‘mochila’…
Según mi amigo Raúl me he ganado el sobrenombre de Isma Fog porque o estoy viajando o planeando dónde viajar. Pero esto trae sus riesgos y como me comentaba otro amigo, siempre me están pasando cosas. Y es que tras mi ‘INcidente’ haciendo parapente (-algún día lo contaré aquí-), tuve esta vez un ‘ACcidente’ con un coche, que no reparó en una vieja bici azul que iba a su lado, y al girar literalmente se la comió. El tema acabó con unos cuantos golpes contra la chapa del coche, el retrovisor en el suelo y mi ‘Diva’ (es hortera, pero ese nombre es el que pone en el sillín, ejem…) tirada en la acera.
¿Y os preguntaréis que pasó conmigo no? Pues resulta que sin darme cuenta he desarrollado una ‘superhabilidad’ para estos casos… ¡VOLAR! Como lo oís, a pesar de que eran las 7.30 de la mañana, que llovía y yo iba con mis cascos escuchando Love of Lesbian a todo volumen un poco ajeno a todo… cuando el coche se abalanzó sobre mí, mantuve el equilibrio tras varios golpes hasta que no hubía más salida que la de estrellarse con una pared, mi instinto de supervivencia me hizo saltar y salvarme del golpe. Así que básicamente fue el susto, mi ‘Diva’ un poco tocada y el retrovisor del conductor kamikaze…
Finalmente tuvo un final feliz justo un día antes de partir para La Hélade, pero lo que no tuvo solución es que los trabajadores de la Renfe griega decidieran ponerse en huelga ese mismo jueves. Así que tras dos horas y media de autobús a Sofía, me dijeron que no había tren hasta el día siguiente. Nada que no arregle una llamada a una amiga para que te de cobijo y un vinito para alegrar la espera.

La muralla que rodea Salónica (Thessaloniki)
El ánimo no decae y al día siguiente a primerísima hora, esta vez sí, camino a Thessaloniki desde Bulgaria (por el módico precio de 15 euros ida y vuelta), donde me esperaba mi guía local y ‘amiga Erasmus’ (todos sabemos que son un tipo de amigos, están los amigos del pueblo, los amigos de juergas, y… los que compartieron estos meses de ‘estudios’…) para hacernos una ruta en el coche que estábamos a punto de alquilar. Y digo a punto de alquilar… porque cuando Nikoletta me pidió el carnet de conducir… esto… sí, se me había olvidado, ¿¿vale?? Y no sólo a mí, si no también a mi otra compañera de viaje, Pili. Bueno, pasa en las mejores familias, así que nada… a ‘tirar’ del transporte público mientras, por cierto, llovía en la ciudad.
Os aseguro que nada de esto consiguió ni un por un momento que el fin de semana no fuese perfecto y sobre todo si tienes a tu disposición la mejor anfitriona posible, de esas que disfrutan enseñando su tierra. Lo primero que hicimos fue irnos al pueblo de Drama, que viene muy al caso… y aunque suene a tragedia griega, la verdad es que su nombre viene de Hidra (agua). Aquí nació mi amiga Nico y aunque no es especialmente bonito, sus bosques, parques, cuevas y ahora también sus graffitis lo convierten en un destino diferente.
Aquí debajo tenéis algunas fotografías de los graffitis.
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Pero la mejor experiencia allí fue compartir mesa y techo con una auténtica familia griega, acogedora, amable y, repito, anfitriones de esos que te hacen sentir como en casa. Y además de simpatía derrocharon los platos más típicos de su cocina: ensalada griega, tzatziki y un sin fin de platos dulces y salados caseros. Así que si visitáis una casa griega preparaos para ‘papara’ que en griego significa mojar (el pan, se entiende… aunque tener cuidado porque al igual que en español, Papara -mojar- tiene también otro significado, al igual que en España…).
Como no podía ser de otra manera de postre un yogur griego de los de verdad, no de los de Danone que ni son griegos ‘ni ná’ (además que sepáis que el yogur se empezó a comercializar desde esta zona de Grecia) y para terminar el archiconocido producto estrella… el FRAPPÉ: sí, también es griego y es casi una religión en el país.

Frappé, que suelen acompañar con barquillo de chocolate y agua
Antes de comer, sobre la una del mediodía mientras en España tomamos caña y tapa, los griegos quedan para beber frappé con caña; y los bares se ponen hasta arriba también después del almuerzo. Este batido de café tan popular en los Balcanes se inventó en Thessaloniki de una forma casual hace ya 50 años. Como recogen el blog Media Hora de Cocina, a un camarero se le ocurrió añadir un par de cucharadas de café soluble un batido, y voilà… !Exitazo!
He de confesar que tras dejar de fumar el café es mi único vicio y si es batido y fresquito, aún mejor. Si también queréis intentarlo en casa, se necesita un vaso de tubo largo, pajita o caña, leche, azúcar, café soluble e hielo (hay un café especial, que he me he traído junto a una minibatidora con la que crear esos dos dedos de espuma básicos para cualquier frappé que se precie).
Pero si estoy enganchado a algo es a Grecia, así que seguiré compartiendo más curiosidades del fin de semana: ¿de dónde viene la expresión OK? ¿qué es exactamente el Bouzoukia? ¿por qué hay una ciudad donde se prohíbe la entrada a mujeres? Mañana más 🙂