Hace ya cinco meses que decidí coger las riendas de mi vida -lo sé, queda cursi, pero me venía ‘a huevo’ con la foto de arriba en la que le pedí a un agricultor que me dejase ‘conducir’ su carromato, ¡toda una experiencia!- para cambiar totalmente de aires y venirme a vivir a Europa del Este.
Tengo que decir que estoy encantado y en lo que se refiere a los viajes (mi pasión) esto es una pasada porque, excepto algún caso, los Balcanes no están demasiado explotados turísticamente. Así por un lado la gente es bastante amable y curiosa con los extranjeros, nos tratan genial, y por el otro es mucho más barato viajar (que oye… también es importante teniendo en cuenta que trabajo como voluntario).
Así como podéis ver en este mapa, desde marzo hasta ahora he visitado ya como 12 países. Aquí tenéis mis humildes apreciaciones: me quedo con la comida de Bulgaria y su exuberante naturaleza y monasterios, así como los de FYROM (no digo Macedonia que si no mis amigos griegos se me enfadan) y sus lagos; la magia de Turquía, sus bazares y l@s turc@s de grandes ojos, tez morena y mirada penetrante… sin olvidarme de Santa Sofía de Constantinopla por supuesto; los castillos de Rumanía y sus historias sobre Drácula; la sorprendente capital cosmpolita de Serbia, Belgrado, bombardeada y reconstruída decenas de veces; el último país creado hasta el momento, Kosovo (aunque España aún no lo considera una nación, ya sabéis que se independizó de Serbia hace un par de años) y su turística ciudad de Prizren; Bosnia i Hercegovina, mi favorito hasta el momento, con una capital que trata de olvidar el sonido de la metralla, que aún está muy presente en los edificios agujereados de Sarajevo y con un encanto especial que viene de su mezcla de culturas; Montenegro y sus playas y paisajes, no puedes irte sin visitar Kotor y playas como Sveti Stefan… (por cierto usan euros al igual que Kosovo) ; aunque hermosa, Croacia está en plena ebullición lo que me hace huir un poco de aquí, lleno de turistas por todos lados y mucho más caro que sus vecinos balcánicos, aunque la isla de Mljet es un paraíso y Dubrovnik un monumento en sí mismo. Lo cierto es que mi primera impresión de Albania es que era una especia de India a la europea, pero tengo que confesar que sólo he visitado un par de ciudades al norte así que al menos puedo decir que el Lago Skhodres bien se merece una visita (es mitad albano mitad montenegrino). Y por último Grecia que en esta ocasión he aprovechado para hacer un ruta en coche por grandes áreas arqueológicas como Delfos, Olimpia o Micenas…
Con tanto y tanto viaje tengo cada día más claras algunas cosas: podría vivir con una mochila colgada a la espalda durmiendo todos los días en youth hostels (por cierto quiero montar uno en Málaga ¿creéis que tendría futuro? bueno eso es otro tema… jeje); el baño está igual en todos lados, al fondo a la derecha, aque no es igual de limpio en todos los países y bueno sin profundizar en los que son un agujero en el suelo…; tras decenas de horas en autobús, mi vegija la tengo ya más que entrenada para aguantar horas y horas ininterrumpidas de carretera a pesar de mi habitual incontiencia… gracias a esos pequeños trucos como no beber nada una hora antes de montarte e hidratarte a base de chicles -es cutre, pero así me la apaño…- ; antes me costaba mucho dormirme en un lugar que no fuera una cama, ahora me quedo dormido en lo alto de un alambre (autobuses, trenes, bancos, parques, el suelo, un jardín, lo que me echen… ); puedo leer en el autobús, antes me mareaba nada más abrir un libro… y tengo que apuntar ya para terminar que cada día estoy más contento con la Unión Europea, no sabéis el coñazo que es usar cada día una moneda distinta, averiguar el cambio, pasarte una hora en la frontera con el control del pasaporte… así que arriba la UE!